Trabajo en casa. Es decir, la oficina en la que desempeño mis tareas profesionales está dentro de mi hogar.
Me siento afortunada y disfruto cada día de esta circunstancia a la que es necesario adaptarse y también, de vez en cuando, liberarse de ella
Si pasas tu jornada laboral en tu área de trabajo y tus momentos de descanso o asueto en otra zona del hogar demasiado “cercana” a tu oficina… puedes llegar a ‘asfixiarte’.
Mucha gente tiene que recorrer largas distancias para llegar a su trabajo: coger el coche, viajar decenas de kilómetros, coger varios medios de transporte público,… etc. Y todo lo que ello conlleva: madrugones, prisas, estrés, caravana, aparcamiento, empujones, pisotones,… ¡Qué os voy a contar!
A mí no me sucede nada de eso (ahora, porque yo también tuve que ir a la oficina durante años); es tan sencillo como levantarte, darte una ducha, tomarte un café, cruzar el pasillo y ‘al lío’. ¡Qué suerte! ¿Verdad? En realidad: lo es.
Sucede, en muchos casos, que cuando terminas tus tareas laborales tienes que dedicarte a tus tareas domésticas varias (lavadoras, comidas, limpieza, planchado, etc.) y sí esto se repite día tras día… ¡Malo! Llega un momento en que la casa se hace demasiado pequeña. Solución: salir a correr, ir al gym, dar un paseo por el campo con Maia (mi perrita sideral)… ¡No está mal!
Pero corremos el riesgo de volver al bucle: la distancia entre la oficina y el hogar es demasiado corta y sobre todo la soledad del freelance va en aumento.
Conozco a muchos compañeros que están en esta situación (algunos son también freelance y otros tienen la suerte de trabajar para una empresa que les permite realizar sus tareas desde casa) y seguramente todos vivan situaciones parecidas a la mía.
Para no caer en la monotonía (que acaba sucediendo en todas las rutinas) es esencial –al menos para mí- parar, respirar y recargar las pilas.
Una muy buena fórmula es cambiando las rutinas y los horarios. No tienes un jefe que te controle o te prohíba entrar/salir y puedes hacerlo, pero ¡Ojo! Cambiar las rutinas no significa dejar de trabajar. A mí me funciona cambiando los horarios, por ejemplo; si tengo que realizar trabajos el fin de semana, descanso el lunes o modificar el orden de las tareas: no todos los días hago lo mismo.
Cuando trabajas en casa puedes mantener a raya el estrés: puedes estar charlando con tu cliente mientras te haces un té; editar un archivo de audio en chándal (que no en pijama –prohibido trabajar en pijama-); locutar un documental con un moño desenfadado (o pelos de loca, que también se da el caso); revisar el correo electrónico mientras vigilas el horno …
Todo esto es posible y mucho más. Y lo mejor de todo, es que todo ello se transmite: tu cliente se topará con un profesional como la copa de un pino (modestias aparte) que trabaja de manera rápida, eficiente, profesional y que además tiene tiempo para escucharte, te trata con amabilidad, con tranquilidad y sin estreses (que es mucho de agradecer en estos tiempos que corren).
Cuando inicias una aventura de emprendimiento como freelance establecer un horario de trabajo y una disciplina es fundamental para no dormirte en los laureles. Es importante para crear un hábito pero también para no abusar de ese horario y sobre todo dejar claro que aunque eres freelance también tienes horarios de descanso y fines de semana (y vacaciones) y no todo vale aunque trabajes desde casa.
Eso sí, si tu cliente te realiza un encargo a última hora de la tarde, tendrás muchas más facilidades para cumplir con esa tarea: tan sencillo cómo cruzar el pasillo, volver al estudio y ponerte con ello. Probablemente, un profesional que trabaje en una oficina tendrá que dejarlo para el día siguiente.
Todo son ventajas al contratar a un locutor freelance
Otro tema aparte, son las relaciones personales con familia y amigos. Aún hay gente que cree que porque trabajo en casa tengo todo el tiempo del mundo
Me llegan invitaciones y propuestas de planes que no siempre puedo atender. Y más de uno entiende que como trabajo desde casa, puedo parar mi tarea en tal o cual momento, para atenderles. Por poder, ¡claro que se puede!, pero si hiciera caso de todos estos planes haría un flaco favor a mi economía.
Una situación habitual son los recados. Esto es, te encargan gestiones administrativas y burocráticas que sólo se pueden realizar en horario de mañana y que tu familiar o amigo no puede tramitar porque trabaja fuera casa. Si coincide que yo también tengo que hacer trámites, pues genial, lo hago encantada; sino, toca decir: ‘lo siento, pero no puedo, tengo trabajo’. Y c’est fini.
Desde que trabajo en casa dedico mucho más tiempo a cosas que ‘verdaderamente me importan’: he aprendido a hacer ganchillo, mi huerto urbano está dando sus primeros frutos, he retomado la repostería casera y mi compañera peluda está encantada de la vida.
Todos estos placeres diarios son perfectamente compatibles con el trabajo en casa: distribuir bien el tiempo, una buena organización, una pizca de disciplina y descansar y airearte a diario.
Totalmente cierto Ainhoa! genial el post! Los que tenemos «nuestra oficina» a escasos metros de donde dormimos corremos ese peligro, y con demasiada frecuencia caemos en cierto grado de desesperación…pero bien visto, ¡somos unos privilegiados! :)
enhorabuena por el blog! ;)
Privilegiados somos! y además se lo transmitimos a nuestros clientes. Nada de estrés … y eso se nota (y se agradece) Contratar a un ‘freelance’ sólo tiene ventajas ¿verdad? Gracias Julio!
Me alegra un montón que te guste Marta :) En la próxima comida de locutores me llevo el ganchillo y hacemos terapia juntas (jejeje) Feliz día compañera
Completísima realidad sobre el trabajo freelance desde casa. Desde luego, para las empresas es toda una ventaja, sin ir mas lejos el viernes me enviaron un proyecto urgente para este fin de semana con puente, trabajando en casa o donde sea saben que lo terminaré por hacer este donde este… que sacaré ratos!!
Y bueno, luego esta lo de las tarras del hogar, a veces es al terminar pero: quien no ha estado pendiente de una lavadora mientras trabaja en casa? Como esta buen día se me seca la ropa, pienso siempre. Y ahí estoy pendiente de si termina o no…
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Totalmente cierto Ainhoa! genial el post! Los que tenemos «nuestra oficina» a escasos metros de donde dormimos corremos ese peligro, y con demasiada frecuencia caemos en cierto grado de desesperación…pero bien visto, ¡somos unos privilegiados! :)
enhorabuena por el blog! ;)
Privilegiados somos! y además se lo transmitimos a nuestros clientes. Nada de estrés … y eso se nota (y se agradece) Contratar a un ‘freelance’ sólo tiene ventajas ¿verdad? Gracias Julio!
Cooooooooooomo me siento identificada, enhorabuena de nuevo, sigue contándonos tu día a día. Es terapia . Felicidades!!
Me alegra un montón que te guste Marta :) En la próxima comida de locutores me llevo el ganchillo y hacemos terapia juntas (jejeje) Feliz día compañera
Completísima realidad sobre el trabajo freelance desde casa. Desde luego, para las empresas es toda una ventaja, sin ir mas lejos el viernes me enviaron un proyecto urgente para este fin de semana con puente, trabajando en casa o donde sea saben que lo terminaré por hacer este donde este… que sacaré ratos!!
Y bueno, luego esta lo de las tarras del hogar, a veces es al terminar pero: quien no ha estado pendiente de una lavadora mientras trabaja en casa? Como esta buen día se me seca la ropa, pienso siempre. Y ahí estoy pendiente de si termina o no…
Mucho ánimo compañera!!